Cápsula Nº 11: Gravedad

Soñé que viajaba en un carro a toda velocidad por calles irregulares, de empinadas laderas y pendientes difíciles. Entonces la altura volaba barriga adentro, los sentidos parecían caer en somnolencia, convalecían por la lentitud del tiempo en el espacio. A través de piedrecillas y arena sabía que la brisa trepaba en píxeles salvajes, como si mi visión se hubiese fundido en un letargo infinito. Las caras de los viajantes se descomponían, el ruido raspaba los tímpanos, los cabellos se sacudían como un oleaje de petróleo hambriento movido por la rapidez y de repente por la pesadez, jamás había sido la velocidad tan confusa, parecida al producto de una burla, una hechicería. Alguien abrió una ventanilla, dejando a la suerte del aire el estrepitoso chillido que nos golpeó la cara, mientras el runruneo nos prohibía la voz, crispaba los nervios, los pocos que quedaban. Cuando el carro se inclinó con la trompa hacia adelante, pareciendo que era el fin, sucedió lo típico en sueños de adrenalina: desperté. Eran las 8:59 am. Faltaba un minuto apenas para que el despertador se levantara fatigado a molestar. 

13/12/2011




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