Lucía

La vi con el rabito del ojo, allí, tan suavecita como una bombonera por dentro, aterciopelada desde los pies hasta el alma. Es que verla se siente bien, más cuando parece que la tocas con las pestañas…de sólo contemplarla. Podría permanecer días desarmando sus detalles, la pelusilla de sus mejillas, el perfil cincelado por ángeles y ese bendito desorden de cabello que avisa su llegada. Imaginarla hablando frente a mí me trinchó el pellejo como a los gatos. Me embelesé con el movimiento de sus labios, le acaricié las comisuras con mi lengua, creí percibir su perfume dulcísimo, por primera vez sentí que el universo estaba en sintonía con mi palpito a pesar de que ella ni sospechaba de mi existir. Quise pedirle un beso como se pide un buen habano, al chasquido de los dedos y esperando buena atención ¡Vaya imaginación!.

Me dije: “ha de ser de palabra franca, de emociones francas, de tetas francas”. Había en ella un halo de absoluta sinceridad. Me había quedado en los pormenores de sus manos, en las pincelada de sus mejillas, hasta que pensé "Agh, seguro es una de esas muchachitas presuntuosas que insulta guardando silencio". Pero no me importó. Exudaba un eco de magia que lo embellecía todo a su alrededor, era una criatura irrepetible, tan llamativa y etérea a la vez que por un momento sentí perderme en sus gestos, su forma dulce de abrir y cerrar de ojos, el tornilleo de sus muñecas cuando le explicaba a quien la acompañaba algo que a ambos causaba gracia ¡Qué envidia! ¿Quién podría ser ese cuello largo, desgarbado y flacuchento con quien conversaba? Quería incinerarlo apuntándole con una lupa ¡Y paf!.


La pérdida infinita de sus cabellos enredados entre sí, por entre su cuello, abriendo paso por el abrigo hacia la espalda, era todo un laberinto en el que deseaba extraviar mi tiempo. Un roce suyo sería la inmortalidad de mis placeres, supongo. Su nombre lo recordaría, supongo. Me gustaba suponerla, inventarla, vagar en lo que podría ser hasta convertirla en mi pasatiempo más hedonista, mi vicio incondicional ¿De qué estarían hablando, quién sería él, de dónde sacaba las agallas para no derretirse, ya alucinado y sin fuerzas ni para sostener la mirada ante ella? Como yo ahora, que aún pasados los días, no he podido abandonar el recuerdo de semejante diosa. Así lucía.



[ ]

Comentarios

  1. Que cuca de entrada, esta con toda

    un abrazo

    ResponderEliminar
  2. me enamoreeee!!!! <333
    "Es que verla se siente bien, más cuando parece que la tocas con las pestañas…de sólo contemplarla."
    Casi lloro

    ResponderEliminar
  3. "Un roce suyo sería la inmortalidad de mis placeres, supongo."

    La imaginación sí que en verdad nos hace ver otra realidad eh jaja.

    ResponderEliminar
  4. me olvide: tienes un premio en mi blog(:

    ResponderEliminar

Publicar un comentario