CÁPSULA N° 51: ONOMATOPEYA



Tun, tun, tun. Sonidos del corazón. Esa sádica manera de latir como si quisiera romperse las costuras, y salir del pecho a gritar lo que con latidos no puede expresar y...qué más da si encuentra en ello un profundo alivio apenas comprendido, hasta que pasa el silencio y se llene el salón de un nuevo dancehall.
Splash! Baños de sirena. Esa dulce manera de lamer mis pies, mis musas, mis imaginación. Un mismo ritmo cardíaco que danza entre  la profundidad de los sueños, el viento, mi vientre, el tiempo y su tiempo. El tic tac sonoro que anuncia la hora, la hora en la que el atardecer se adormece sobre las infinita profundidad de las aguas. Fuimos instantes, seres constantes, felices amantes, asuntos amargos que se hicieron ausentes cuando no quisieron nadar más. Fuimos planetas fugaces, con cabezas giratorias en las que fluían emociones líquidas que fueron creciendo
Poco a poco
Poco a poco
entre tempestad y tempestad.  
Fuimos una sola vida brillando con la misma velocidad. Queda la sorpresa de comprobar, ya a salvo, que te quise tanto tanto como si de decirlo dependiera la paz mundial.

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