CÁPSULA N° 41: COMIDA RÁPIDA


Susto colegial. Tú y tu cuerpecito musical que brincaba al compás de mis antojos, arisco solo de reojo porque sé que tus cortinas estaban enviadas a espiar. Te recuerdo, moreno clásico, como mi refugio oral, volcanizado por el ron y masticado por las aceras, el polvo, el dolor y las sirenas, crucificado en el colchón anoréxico de un hotel fiel que arrullaba las partículas de bestialidad a tu alrededor, haciéndote su invitado de lujo, su huésped especial a quien despedía con un besito en la mejilla. De pronto los objetos se hundieron en las paredes como mi cabeza en aquella almohada eterna en tempestades. 

Y dejó de ser notado todo a medida que soportaba su solemne estadía entre frívolos pasajeros.

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