Medianas y penosas

Suaves, listas por la mañana como frutas frescas y altivas en su propia belleza, cuando el resto del cuerpo se estira con la misma sintonía narcisista, en el mismo perfume y las mismas melodías. Se esconden bajo sus armas push up para luego hacer como que no están. Montañas, nubes y arcos del triunfo. Con qué más se les compararía sino con lunas llenas imposibles de ignorar. La magnífica sensación de llevarlas, de verlas de reojo, de saborear las ganas de quien descubre en ellas el dulce sonrojo de quedarse reposando por siempre en una blusita a medio desabrochar.
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