Telaraña eléctrica
En
el barrio, los pelaos son zamuros descansando sobre carros ajenos, muros y
balcones. Pueden estar así tanto tiempo que parece que envejecieran marcando su
territorio, blindados en esa extraña cadencia. Aquí hay más apodos que
apellidos, se fuma del cigarro ajeno, las balas se ponen rojas de la ira,
celebran todo, las obleas son más grandes, el caos ya supone cierto orden, una
ley, un folklore, el chisme usa rulos, las sombras te abren la puerta y escogen
tu mesa, el viento pide permiso al pasar, la libertad se confunde con la
impunidad, hay mucho que ver, mucho que comentar, la rabia motiva, el café se
hace en la madrugada y enjuaga la boca del primero que lo cuele, los gatos
juegan póquer con las ratas, los pesares se matan con ron, el deber se confunde
con la obligación, los perros ladran más roncos, los humores de pronto se
arrugan, se espabila poco, la conveniencia mata el riesgo, todo se escucha más
de cerca, se reza con ahínco, la fé madura, cuando la luz merma, el
aire se afila, se responde pero no se repite la respuesta, la cerveza
fluye abundante y el llamado etílico no se hace esperar. Debajo de la telaraña
eléctrica cuelgan los tennis, papagayos ahumados y miradas cannabinoides. Todos
dicen que no se conocen, pero no existe quien no sepa tu nombre.
[ ]
Digno de verlo.
ResponderEliminarBesos.
UFFF Muy bueno!
ResponderEliminar