Día del no sé



Diciembre olió a pimienta, lavanda, gasolina, alientos tocados por el alcohol y carne de cerdo. La luna arriba, amontonada entre nubes de espeso calibre, agitando su crin con ensamble homérico, el silencio siendo música en oídos de sordos y diciembre siguió siendo diferente, una huelga a las maldades del mundo, el petróleo siendo la mancha, la riqueza, el color. Vestidos largos y jolgorio. Champagne, lágrima: la primera llora, la segunda embriaga. Luces y sombreros sobre memorias calvas. El tiempo con paso invisible, invisible como el crecimiento de las ramas a través de la ventana. Brisa nueva, noches altas, copas quebradas, calles peligrosas, buchados de cloro, labios inflados de rubí. Los abrazos oportunos. El ulular forastero de la calle. El rezo de los grillos, las grietas de los bancos en las plazas. La mente es un animal omnívoro, come lo que le den. Caminantes del tiempo, vamos así tan campantes por la vida, muriendo y resucitando como Lázaro, con los ojitos brillantes y la boca caprichosa, mirando del aire los colores fluorescentes en ese cielo azabache drogado en pólvora. Cuchicheaban las tías y las esquinas. Se vino venir el vómito del borracho alegre, parpadeaban las luces, los semáforos silentes. La vida es un brindis. Luego del brindis el llanto. En fin, llorar no es sólo para los cautivos en tristeza. Se metió la madrugada debajo de las tejas, los villancicos servidos, nos íbamos quedando dormidos cantando bajito bajito. Los brazos y piernas se desprendieron del resto del cuerpo y de inmediato se sintió la ausencia de peso, se cayó todo en un torrente cristalino al depósito de la gravedad, cayó la atmósfera del pecho, se quebró en el pavimento y en algún rincón de este universo centelleante quedaron piezas de cráneo buscándose en el infinitum, rompecabezas. Crujieron en la llamita de la vela moléculas fisgonas, quizás una hormiga juguetona o sólo producto de mi imaginación piromaníaca. Se fue un año y en cuestión de segundos aterrizar en este enero fresco y mojado me hace pensar que quién sabe qué será de nosotros, teniendo al destino asechando malo con sus dados en la mano. Un momento de pequeños buenos momentos a su vez me hacen saber que hoy es el día del no sé qué decir.
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Comentarios

  1. interesante Misha! :)

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  2. pues difiero contigo,porque lo que has escrito es una caricia a la esperanza. como siempre bello texto.

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