CÁPSULA N° 57: Cantos de cuna

Dentro de ti, como la luz que nace y acaricia con deseo las entrañas ancestrales de montañas andinas...


En mí duermes desnudo e infinito convirtiéndote en la sal de mis antojos, a la deriva del suave candor que a fuego lento te dibuja. En mi imaginación, reposas como una etérea pieza de arte que se eleva a otro espectro de belleza, diseñando cada curva de tu estadía en mi cabeza...en cada cabello, en cada eco de risa, en tus fragancias que se tejen alrededor de mi cuello, en tus melodías, como insistidas por los ángeles.  


Estorba pensarte de otras formas.


Deseo larga vida al reloj biológico del hada madrina que se quedó arrullándote sobre la delicada invención de mis caprichos, sobre esta malicia que, cuando se trata de ti, trasciende a inocencia, a la más pura dicha de hacerte mi oxígeno, mi cama, mi cielo. Es la hada que presume de avanzar entre los bosques de nuestros sueños, que cuando se le cansan las raíces de tanto andar se extravía entre aquel lugar que llaman realidad, sábanas tibias, varios bostezos, pasos en puntilla sobre madera, el tic-tac a punto de implosionar y unas persianas hechas pestañas que juegan y dudan si mostrar el escándalo que queda detrás de ellas. Comienza a vislumbrarse  un poco de eso que sucede allá, en esa travesía transformadora hecha de vapores coloreados que, sin planearlo, reinventan el imaginario psicodélico de una sola bofetada. Por todo esto y por más, te invito a otro té arrullador, a degustar de esas agüitas cósmicas fuentes de tanta paz.


Amarte siempre es mucho más de lo que diré.

Hasta el próximo amanecer.



[ ]

Comentarios

Publicar un comentario