Bar



Caminar sin ver la hora, resucitando la prisa en minutos de más.
El tiempo vibra irrevocable en cada paso de su andar, una brizna del universo, voz en blur y viento terso que se arremolina y se va. Ese todo incomparable, energía densa con  registro de momentos. El tiempo, naciendo inmaculado por segundos renovados que limpian lo vivido y vuelve a las andanzas de su muerte natural. Inmune a las perezas y a los desagües de ritmos…aunque sobrevivamos a los dichos, a los males, a lechos fríos entre cuentos infames, sufrimos la metamorfosis que dicta, a esta noche hecha de años e infinitos sueños de sueños que se van en contar rebaños. Gula de  inconsciencia. Alimento para la arteria vital del alma. Todos de pie. Se escuchan en soundround los latidos  calientes que hacen del pecho una llaga mocosa. Hay tanto polvo en el diván como confesiones que ya no dan para más. Cenas que respiran poca memoria. Los malos recuerdos sofocan, son inexistencias ruidosas que se beben los tragos secos de este viejo bar. 

      
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