Oveja negra

Estos cuerpos, experimentos constantes de armonía y desastres disueltos en una misma cápsula de Pietri,  no saben de conciencia aunque la contengan, no saben de memoria ni sus colecciones, pero sí de pieles resecas y pedazos de jeringas matándose a sangre fría. El tiempo se queda atrapado siempre donde uno lo decide, el silencio perforado y  los dolores en remojo, no somos más que carne a cielo abierto en este valle lisiado, en un país en blanco y negro y mi raíz…en otro lado. Estos cuerpos, siembras de esperma y cosechas de cuero blando, bailes de cabellos negros e idilios entre idiomas, tienen que llegar a un colmo para, finalmente, estar aquí, donde amable y silente se hace la mente que ya no dice nada ni recurre a la palabra, quien reposa y se recoje como una cascabel del oído a las sienes, lame las suturas y rellena sepulturas con bazofias de libros tercos. Se helaron hace rato mis sentidos en el olvido. Ya no pienso dar más de lo que soy capaz porque con ese retrato hablado jamás darán conmigo.


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