Mon amour

Me gusta cuando ríes con la coquetería de un niño sumido en la embriaguez de media copa, cuando tus mejillas se sonrojan con tintas rosa medusa, sintiendo que los árboles te hacen mofa hasta que te calman mis besos como al doliente la morfina.

Incluso cuando nuestro amor fue un perro orejibajo vagueando de madrugada, ha sido tu cuerpo el único al que el mío ha admitido desde el centímetro más expuesto hasta el más tímido, con total plenitud y desparpajo, como si cambiara de cuerpo cuando el anterior se cansó. No me importa si habitas en otra mente, la mía te conserva siempre en tus propias esencias, porque vagas en mí y tus manos me despiertan antojos de caricias risueñas al ulular en más de un desvelo la historia de cuando el sol dejó de apostar a mi sueño por extraviarme en los cabellos oscuros del tiempo. 
Quiero convertirte en el párrafo más hermoso que mi puño pueda lograr, en honor a tus labios, génesis de mis distracciones, alfombra de las delicias…la carne roja en ellos, tu boca, panacea a mis ganas de morder. Y tu lengua, ah. Las arenas movedizas de tu lengua enjuagada en néctar sobre su piel puntillista que de noche en noche acompañan mis secretos erizados al jardín de la voz.
Me encantas cuando ríes con la coquetería de un niño sumido en la embriaguez de media copa.

Hay una vida ideal que nos espera, donde, borrachos de risa, la lluvia llorará y nos despojará las tristezas. Será un hechizo decembrino extendido en la hierba de los años a eso de las 5, casi 6, cuando el sol propague una especie de rocío cansado sobre nuestras pieles fáciles de tostar. Hay una vida bohemia que nos aguarda… velas de noche, veladas ligeras, baladas de uva, vino en la música, besos de alcohol dados con ternura, mis dedos entre tu pelo, libros releídos, sexo fumado y Cortázar presumido por habernos enseñado a dibujarnos la boca. Nos dormiremos sin saber cuándo y porqué, felices de saber que al despertar estaremos para ambos.  Y te cantaré esa que nos sabemos. Y nos gustaremos como si todos los días nos viésemos a los ojos por primera vez, a los míos almendrados, a los tuyos color caramelo quemado. Nos necesitaremos, nos pensaremos, nos desearemos como si fuésemos dos extraños en los extremos de un bar sollozante, ambos tristes y de pronto afortunados de dar contigo, conmigo, con esto.  
Y que la vida se nos vaya en el placer de vivirla. 


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Comentarios

  1. Esa sería la vida en pareja ideal en un mundo irreal. Me ha dado nostalgia de lo no vivido. ¿Quien no quisiera vivir algo asi?

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  2. Siento que me dolería la vida si no coloco algo sincero y lleno de afecto aquí en este momento y le doy a publicar. Coño, vale. Seguiré releyendo mucho, varias veces éste texto, mi opinión te la doy cuando te vea algún día ;)

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